domingo, 8 de marzo de 2009

El Choque

El choque fue letal, mi cuerpo yacía inmóvil y rasgado
La sangre brotaba como ríos de agua bendita y los vidrios
Formaban una nueva arquitectura en mi cuerpo dándole un gusto
Surrealista
A la derecha se encontraba el cuerpo de mi esposa, también inmóvil,
Totalmente destrozado, su cuello tantas veces deseado por mi y por otros
Hombres parecía una lata de sardinas abierta, cerca de ella solo se podía divisar
Parte de su cabeza y alguna que otra extremidad que por suerte no decidió
Despegarse de su cuerpo.
Solo mi cerebro respondía en ese momento, entre el dolor afloraron algunos
Pensamientos vagos y sin forma, el dolor evitaba cualquier tipo de reflexión sustanciosa.
Mi respiración era un leve suspiro, solo un pulmón me mantenía con vida, mi piel blanca
Se tornaba azulada y compartía de mala gana su lugar con la sangre que salía de mí
Maltrecho y herido cuerpo.
Las luces de las ambulancias y la policía quemaban mis ojos
y por eso me veía obligado a ver de a ratos el exterior y toda aquella escena de película.
Miles de brazos rodeaban mi cuerpo y las voces de los paramédicos se unían para
Conjurar una avalancha de sonidos y conceptos que en aquel momento se me hizo muy
Insoportarle para prestarle atención.
Pasado unos minutos, una breve visión interrumpió mi dolor, era la sombra de un niño,
Pequeño y de ojos color miel, se encontraba detrás de todos los médicos, una sonrisa se
Dibujaba en su cara. Tarde mucho en darme cuenta que esa sonrisa era la que me había
Ocasionado todo este problema, era el niño que le puso punto final a mi vida y la de mí
Esposa.
A paso lento, el infante se acerco esquivando a todos los profesionales que allí se encontraban
Poso su cara cerca de la mía y suspiro unas palabras en un tono de vos inocente
- gracias por no atropellarme, tú no eres como los otros-
un frió viento termino por congelar mi gélido cuerpo, su voz era preciosa y sus sentimientos
expresados eran puros, eran sinceros.
- los demás me atropellan y huyen despavoridos, ni tu, ni mama querían dañarme – susurro-
-¿mama? -Pregunte con ojos sorprendidos-
detrás de una de las ambulancias una hermosa y joven mujer comenzó a caminar hacia mi
destrozado cuerpo, al llegar, poso su brazo sobre los hombros del niño y posteriormente agacho
su cuerpo para posarlo junto a mi oído sano, con un hilo de vos dijo:
- soy yo mi amor, estoy bien – esbozó- ¿viste que linda que estoy ahora?
– Asentí con la cara-
-¿cuanto falta Juan? – preguntó ella-
- ¿para que? –Respondí aún más sorprendido -
- para que te nos unas a mí y a tu hijo, mi amor – respondió con una gran sonrisa-
- lo lamento mi amor – contesté- pero todavía no estoy listo para ser padre y tu lo sabes, he negado
esa resposabidad toda una vida y todavía no me siento listo… debo hacer una ultima tarea
antes de que todo se termine…

eso es lo ultimo que recuerdo de aquel día, pase mucho meses en rehabilitación, ni siquiera pude ir
al funeral de mi esposa. Las pesadillas eran una constante en mis noches y siestas por la tarde.
Tarde demasiado en escribir estas líneas, lo se y por favor sepan disculparme pero mis pensamientos aún están mezclados con los narcóticos y calmantes.
Solo me resta comentarles a los lectores de esta carta que ahora estoy bien, y mi familia también, mi hijo corretea por todo el living saltando sobre los sillones y mi esposa lo observa con los ojos de una madre amorosa.
Tarde en tomar la decisión pero ya se que estoy listo para lo nuevo. Mire a la cara a mi amorosa esposa y me dirigí hacia el bacón de mi departamento, posé mis pies en la baranda y fije mis ojos en los de mi hijo.
- ahora viene papa – dije mientras el viento acariciaba mi cuerpo.



fede (08/03/09)

No hay comentarios: