lunes, 30 de marzo de 2009

HABLANDO DE LA LIBERTAD - ¡¡¡ES LUZ!!!

Ahh!!! Las frías duchas desgarran mi cuerpo, los hombres vestidos de blanco raspan mi cuerpo con sus grandes cepillos. Mis gritos no son los únicos, una decena de personas gritan junto a mí en coral sinfonía. Todo esta muy oscuro, no veo el agua, no veo a mis colegas, solo demonios blancos.
De vuelta al cuarto aun más oscuro que el comunal baño, las camas ordenadas en dos filas enfrentadas se alejan tímidamente de nuestros desnudos y fríos cuerpos, el grito del
Torturador superior nos ordena pararnos al pie de nuestras literas, sus manos blancas depositan sucios trajes de antaño para dormir… ¡¡¡dormir que bella palabra!!! Me gustaría saber en que momento duermo, si es de noche o de día, si nieva o esta soleado… la verdad es que hace años que no lo se y mis camaradas tampoco.
Nuestros húmedos cuerpos sucumbieron al apagarse las tenues luces, nuestras sombras ya se habían encaminado a su fiesta lejos de nosotros.
Mire al techo mucho tiempo, soñando con los tiempos de antaño, con esos momentos donde la gente me sonreía y me hablaba, ahora si no fuera por Félix que tiene la necesidad de cantar a la noche por que teme que si no canta la muerte se enojaría con el y lo clavaría de un guadañazo, ya no habría sonido en mi vida…
Todos trascurría con normalidad, los locos estaban en su locura individual, hasta que mis ojos sintieron un ardor intenso seguido de un cambio de luz repentino que abrazo mi cara y beso mis labios. Mis ojos eran esmeraldas de fuego, no pude contener mis gritos de miedo, algo me estaba quemando, algo que nunca había sentido… ¿podía ser posible?... esto era ¡¡¡luz!!! Magnifica luz natural del rey sol, del dios horus. Mis alaridos se intercalaban con risas neuróticas, aquello era real, existía y no era parte de mi locura.
De rodillas me pose sobre la cama y extendí mi lengua para que sintiera esa extraña sensación de calor, mis colegas observaban los acontecimientos, cautos pero curiosos, con un silencio miedoso próximo a transformarse en valentía.
Juan, Félix, Toto… todos se acercaron a mi, esperando mis declaraciones, que les contara lo que estaba pasando. Tarde unos breves segundos en entrar en razon pero al fin logre esbozar unas palabras:
--- esto es luz - dije- aquello que nos abraza y guía en la oscuridad.
Con ojos dubitativos, mis colegas escucharon mis palabras y se aproximaron para sentir esa sensación…pero todo se vio trastocado por la interrupción de los hombres de blanco que derribaron la puerta del enojo al escuchar nuestros gritos de hombres.
Tan pronto vieron nuestra reunión, empeñaron si temor sus macanas sobre nosotros, repartiendo palos por doquier, eran solo cinco pero sus palos los hacían duplicarse en fuerza.
Tras breves forcejeos los sádicos lograron tomar el toro por las astas y disiparon nuestra juntada, dos de ellos me sujetaron de los brazos mientras un tercero golpeaba mi pecho con tal dureza que mis huesos lloraban del dolor, un último sujeto amenazaba con garrote en mano al resto de mis camaradas. Los cuales se agolpaban en una solo masa de cuerpos homogéneos.
Los insultos golpeaban mi orgullo, su palazos mi cuerpo, pero mi corazón seguía latiendo, mi cerebro movido por un sueño se aceleraba a cada segundo, sabia lo que quería, sabia donde estaba y comencé a creer en lo que tenia que hacer para conseguirlo:
--LUZ! Necesitamos abrazarte… hermanos no tengáis miedo, hoy será nuestro fin de todas maneras, ya que sabemos lo que queremos y ellos harán lo imposible para detenernos. Callaos vuestras penas y urgir el espíritu de la lucha, ya no seremos mas gente insana, sino algo mas hermoso ¡¡¡ locos, locos libres, gente de la luz!!!
No se si mis palabras entraron por sus oídos, solo se que su corazón se torno mas rojo que nunca y que sus puños obedecieron mi llamado. En un abrir y cerrar de ojos, Félix, Toto y el resto ajusticiaron a el guardia que los amenazaba, despojándolo de su garrote y despilfarrando golpes y gritos por doquier. Cuando quise darme cuenta de la situación, me encontré sujeto de los hombros de mis amigos, corriendo a la velocidad de la luz hacia una puerta blanca, inmensa, un portal a otra dimensión. Sin detenernos, rompimos con la santa puerta y allí sucedió nuestra revolución.
La luz del gris día de otoño resquebrajo nuestras pieles, el aire inundo nuestros pulmones generando una tos solamente perturbada por las risas satíricas que esbozaban nuestros rostros.
Toto gritaba de felicidad, mientras que Félix cantaba una canción en alemán. Nuestros pasos y voces convirtieron ese otoño en una primavera anticipada, la libertad sabia igual que aquella luz atrevida que momentos atrás me había invitado a soñar y había endulzado mi lengua con una azúcar llamada esperanza.


fede (30/03/09)

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