martes, 28 de febrero de 2012

Las memorias de Caleb / Parte 3

No digo nada nuevo, si opino que el mundo esta loco, perdido y ahogado en la hipocresía y el desinterés. No, la verdad, no digo nada nuevo, pierdo el tiempo tal vez, quizás debería preocuparme menos… ¡Pero que más da! ¡Soy así! Comer, cagar, morir nacer o sufrir, ¿quien sabe? Quizás este es el juego de la vida y yo sigo en el punto de partida, muy pocas cosas aprendí de todo esto, me sostengo en teorías, pienso y solo hago eso, no realizo acciones directas, solo las pienso… ahí esta el error… creo.
Todos caminan, van para atrás y para adelante, miro a la gente atrevida por la ventana y me concentro en su valentía, la de afrontar con una sonrisa sus días, pero… ¿Cuántos de ellos serán realmente felices? ¿Alguien vivirá de sus sueños sobre el gris cemento? Los taxistas, los mendigos, todos me obligan a reflexionar.
Pierdo las esperanzas, me reniego por momentos, más tarde lo acepto, este barullo no es más que una tómbola de cosas.
Necesito un Té, una mujer y una buena vida… mejor me conformo con el Té, no se puede aspirar a más por el momento.

Caleb contempló largo rato la ciudad por su ventana, el día se disfrazaba soleado, clima intenso y perfecto. Ingirió lentamente un Té de tilo y busco ropa limpia en el armario. Golpeo varias veces la puerta trunca de su hogar y se despidió en silencio del único lugar que podía contenerlo, su hogar.
Tres colectivos pasaron antes de poder viajar rumbo a su trabajo, los observo en silencio, sin odio, casi acostumbrado, solo un leve suspiro broto de su cuerpo. Pensó en oscarcito y su visita de la tarde, un pequeño dejo de alegría, antes de ir a trabajar. Si su mejor amigo, la otra parte de su vida y sobretodo… su toximan favorito, el proveedor de cielos.
Las puertas del supermercado se abrieron, el aire frío y el olor a carne impactaron directamente en sus pulmones, tosió sin taparse, con desgano y sin mirar a su alrededor, caminó en silencio por los largo pasillos del hipermercado, esquivó cada intento de contacto y con fuerza, empujo las puertas del deposito, cargo varios packs de botellas antes de sentir que estaba trabajando, el mecánico impulso que lo agobiaba ya generaba realidades alternas, inconsistencias en el tiempo, poco control de las acciones.
Finalmente y sin quererlo, Caleb se vio interrumpido por una extraña voz:
-Buen día.. ¿Usted quien es? – pregunto el desconocido con tono seco.
El muchacho giro su cuello y miro por sobre sus hombros unos segundos, inmediatamente volvió al trabajo y dijo:
- un repositor, ¿Quien es usted?
Absorto por la contestación, el misterioso hombre cambio su postura inicial por una mas recta y con el pecho mas pronunciado.
– Ya se que sos un repositor, te pregunte tu nombre y me parece de muy mal gusto tu tono. Igual yo no soy como vos.
Al escuchar estas palabras, el joven miro atentamente al extraño. Por su forma de vestir, comprendió que hablaba con un gerente o algo parecido.
– Soy el nuevo gerente de zona, Guillermo Rodríguez – dijo con tono sublime.
-Caleb es mi nombre – dijo en voz baja el muchacho y extendió su mano.
El gerente lo observo un instante y con una mueca socarrona prolongada en su boca hablo:
– Para saludarme a mí, tenés que sacarte los guantes de trabajo primero.
Atónito, miro al gerente, un odio infernal cruzó su alma como miles de caballos corriendo libres por el campo. “Porque habría de saludarlo como si fuera una eminencia”- pensó- “Es un mortal igual que yo, si este pelotudo se muere, el mundo seguirá girando y pocos se preocuparan de él, pobre imbecil”.
Mudo… Caleb retiro su mano y volvió al trabajo, dándole la espalda al nuevo hombre dios de las góndolas.
- te la voy a hacer difícil mal educado – dijo el Jefe y se retiró insultando suavemente.
¡Que idiota! Grito el joven, ante la mirada de todos los consumidores, que asustados, veían al gil laburador, cubierto de botellas mirando el cielo.
El reloj asesino al numero once y el doce tomo su lugar, el día había terminado, era hora de salir. No mas jefes, no mas botellas, solo paraísos artificiales para el resto del día.


Oscarcito, ¡Allá voy!


miércoles, 1 de febrero de 2012

Puentes en el Cielo (Para todos los que perdieron...)

Ya no hay cadenas que te
aten a esta tierra,
veo a lo lejos muchos
puentes en el cielo.
Mi buen amigo
deben ser para ti...
Si, son para ti,
los construí con nuestros
recuerdos y alegrías.
Esos puentes que ves
ahí son todas las vidas
que no dejamos de vivir,
pasado, presente y futuro.
Están hechas con un cimiento
fuerte y noble... como nosotros,
como los lazos que nos unieron
en los tiempos dorados.
Te recuerdo con belleza
Te recuerdo con fuerza
Te recuerdo cada vez 
que camino sobre
un puente y que este,
mientras solo respiro,
me lleva al cielo que hay
en tu corazón.


01/02/12