lunes, 30 de noviembre de 2009

Carmela

Enamorada de su rabia e impotencia, galopa triste la heroína. Cada pastilla y aguja seduce a otro día de hastío. Pisa firme cada escalón dejando detrás de el , las marcas de una ciudad perdida.
La noche la exime del pecado y los hombres de culpa. Ama a todos y a nadie a la vez.
El humo calma y confunde sus instintos,es un perfecto éxtasis. Todo el dolor se ha ido por hoy.
Las luces del encierro administrativo queman sus pupilas y su cerebro, inmediatamente piensa en la noche y su mente genera un efecto placebo que calma su martirio.
Han pasado 20hs de su última dosis y el sonido de su celular la inquieta aún más
¡Baila Carmela!, que el Spleen a llegado y trae caramelos encapsulados ¡Baila Carmela! que la música recién comienza.
Hace nueve años que dejó de ser niña para ser mujer, una incendiaria virginidad destruyó todo rastro de infancia y los nuevos fluidos expedicionan el cuerpo hospedándose en sus órganos.
El secobarbital calma sus nervios y anestesia su pasado, mientras que la anfetamina crea una paradójica realidad llena de alegrías. Cuando su efecto termina, la metanfetamina entra al juego y crea perfectos fin de semanas rodeados de caribes y sol. Al culminar el efecto, el dolor vuelve con mas fuerza y ante esto cede a los a los principios de la naturaleza y absorbe un poco de mezcalina.
Su infierno adquiere forma de cama y en el, los demonios danzan con las alucinaciones quebrantando la razón y el sentido, sus ojos se pierden en la inmensidad de un techo color verde esperanza.

jueves, 26 de noviembre de 2009

El funeral y el vagabundo

Mientras los autos negros dormían en la puerta del cementerio, una fila de hombres cargaba un enorme féretro de color roble. A su costado un sequito de mujeres, cuyos velos imposibilitaban ver sus rostros, emitían sollozos y lamentos, en el final de la hilera se encontraba una niña vestida de negro, con una bincha blanca sobre el pelo y un gran ramo de rosas rojas en sus pequeñas manos.
Sin emitir sonido alguno, las lapidas acompañaban la fassade con cierta intriga, ya que un nuevo vecino se mudaba a los bellos jardines de la eternidad. También los gusanos se regocijaban ante el nuevo inquilino, la carne fresca era para ellos el Ambrosio y el néctar de la semana.
Cerca de allí, a cuatro lapidas de distancia, se encontraba un joven vagabundo de tremebunda barba y zapatos rotos, con altiva compasión contemplaba los ritos fúnebres pensado seriamente si alguien velaría así por el cuando ya no estuviera en la tierra. A pesar de que los llantos incomodaban su siesta, comprendía la situación y prefirió callar y vigilar atento todo el cortejo.
Las abundantes rosas, orquídeas, tulipanes y claveles demolían el follaje del lúgubre cementerio, el exceso de color turbaba la seriedad del lugar y de los sentimientos, era extraño contemplar semejante puesta en escena cuando en aquel lugar, la muerte era el único escenario posible.
Aburrido e intrigado por montaje, el vagabundo decidió establecer contacto con la gente para conocer al exótico jamón crudo. A paso tranquilo recorrió la distancia que lo separaba de la manada negra, en cuestión de segundos se posiciono detrás de las berrinchosas señoras que gimoteaban una y otra vez palabras comunes de entierro.
Sin preocupación alguna el vagabundo preguntó:
– ¡que teatro mamma mía! ¿Quién es el afortunado que se gano un all inclusive al más allá?
– ¡pero como se atreve vagabundo descarado! – Dijo abruptamente una señora delgada como un cerillo- ¡tenga mas respeto por los muertos, no ve que se ha ido un gran ser humano hoy!
– tranquila madrecita, lo digo con todo el respeto de este lugar por que no conozco otro, en realidad nunca viaje mas lejos de esta provincia- pronuncio con cortesía el vagabundo- con que se ha muerto un gran hombre… ¿a que se dedicaba semejante eminencia? Habría de ser displomártico u abogado o dotor?
– la verdad no se a que se dedicaba, estoy aquí por que una amiga me llamó y me mencionó sobre el entierro, y vine para cumplir mi deber como buena ciudadana de despedir a uno de los suyos- concluyó la señora.
Asombrado por el desconocimiento y el desconcierto de la señora, el barbudo hombre prosiguió la búsqueda de la verdad y el conocimiento y entrevisto a la mayoría de las mujeres presentes.
Las respuestas negativas ante las preguntas sobre el sujeto en cuestión desorbitaba aún más la investigación del vagabundo.
Cansado de no encontrar respuestas, buscó hablar con los hombres que custodiaban el ataúd. Ignorando las aburridas palabras del sacerdote, interrogó a cada uno de los hombres allí presentes.
– Era un gran abogado – dijo un señor tan viejo como la injusticia.
– Para nada – objetó un sujeto flaco y pálido que se encontraba al lado- era un hombre de bolsa y padre de familia, le gustaba mucho el golf. Eso es lo que me dijeron yo en realidad no lo conocí. – finalizó.
– a mire usted, yo tampoco lo conocí, pero me entere por el diario que se llevaría acabo un gran velorio en honor a un magnifico miembro de nuestra sociedad.- esbozó el vejete.
El desconcierto del vagabundo había tocado fondo, enardecido por la fiebre y el cólera del desconocimiento optó por tomar una actitud poco honesta y profesional para adquirir conocimiento. Se abalanzó de forma violenta sobre el ataúd del elegido e intento por todos lo medios posibles quitar la tapa del mismo para visualizar el rostro del difunto.
Un sequito de hombres evitó la terrible tragedia post Morten, alejando al investigador del lugar. Finalmente tomaron al vagabundo por sus extremidades y lo arrojaron lejos del sitio del entierro.
Invadido por el dolor de los golpes y el forcejeo, el vago recupero su forma y se alejo del cortejo, entristecido por no haber podido cumplir con su misión.
A escasos metros del sendero por el que caminaba el vagabundo, una hermosa joven observaba el ritual y se descostillaba de risa.
Enfadado y paralizado, el buen muchacho contemplaba aquel sinistro acto de perversión, su cerebro no lograba procesar los datos ¿Cómo era posible que un ser humano pudiera reírse de la muerte de otro? ¿Que mente enferma, avalaría semejante conducta?
Agobiado por los dictámenes de su conciencia, el vagabundo cruzó el estrecho camino que lo separaba de la muchacha y con aire preponderante y violento le preguntó:
– ¡Ey cría! ¿Te parece gracioso un funeral? Esto no es una película y no es divertido… ten respeto y ofrece tus más sentidas disculpas al muerto y los presentes.
La risa de la chica se esfumó en cuestión de segundos, para finalmente estallar en carcajadas.
– ¡era lo que me faltaba! Ahora un vagabundo que no conoce al sujeto ¿me pide que guarde respeto y exprese mis condolencias?... a mi buen hombre, déjeme contarle un pequeño secreto.
En silencio, el vagabundo asintió con la cabeza y se sentó junto a la muchacha.
– No hay nadie en ese ataúd –dijo la muchacha- yo organice todo este cortejo como parte de un proceso de “desenmascaramiento” de todos los pobladores. En fin, publique un anuncio en la parte de fallecimientos del diario y en el escribí mis iniciales N y R y posteriormente publique una pequeña oración que decía “invitamos a todos los ciudadanos de esta comunidad a velar el cuerpo de un gran ser humano, abundante en valores y amor por nuestro pueblo”.
– Sin dudas tuviste éxito – replicó el vagabundo, mientras jugaba con el pasto.
– ¿Éxito? – Inquirió la joven – es poco a comparación de lo que he logrado. Déjeme preguntarle algo… ¿se referían a el o a ella cuando preguntaba quien estaba en el ataúd?
– Mmm... Siempre se referían a él, decían que era abogado u hombre de bolsa – dijo el vago - ¿Por qué me lo pregunta? – concluyó.
– Le pido que piense mi amigo, yo en ningún momento hable sobre la sexualidad del difunto en el articulo del diario, simplemente puse las palabras “ser humano” y además tampoco mencione nada acerca de su función, desempeño o trabajo, Sólo puse “ abundante en valores y amor por nuestra sociedad” observe como el machismo aflora y nadie se pregunta si se trababa de El o Ella, Las personas lo asimilaron cómo a un hombre, ya que la palabra valor y amor parecen ser en primera instancia masculinas, además evidentemente el significado de estas palabras también parecían tener relación con ciertas profesiones especificas, me refiero a carreras que son aplaudidas y admiradas por la mayoría de las personas.
La impaciencia y la tristeza amancillaron el corazón del vagabundo, el frío de la verdad acariciaba todo su cuerpo. Internamente pensaba y reflexionaba sobre lo sucedido, aquel acto maquiavélico, había roto toda cadena con la realidad, la desesperanza lo invadía, finalmente se paró y pensó en alejarse del lugar pero la muchacha lo detuvo amarrándolo fuerte de su brazo.
– Todavía no te vayas, falta que te explique el gran final – sonrió la chica.
– ¡no me interesa! – gritó enfurecido el vago, mientras se ponía de pie.
– ¿Seguro?... bueno, como desees pero mira que tu eres parte de él –balbuceo la chica.
– ¿como dices? – preguntó el vagabundo mientras se alejaba de la chica.
– sabia que te interesaría. Sólo me gustaría resaltar como gran final, tu actitud ante mi risa descontrolada, me diste un discurso en lengua burguesa aún siendo una persona que fue rechazada por el mismo sistema de creencias y valores que ahora defiendes. Sin conocer al sujeto, lo has protegido únicamente por los comentarios que te han llegado y por los actos que se sucedieron. ¡Jamás lo has visto y lo idolatras! Tú también aceptaste la fachada de la mayoría y te resignaste ante su acción colectiva.
Míralos, nunca serán pueblo por que no se cuestionan sus actos, obedecen los llamados como buena masa, bien blanda y moldeable.


Federico.26/11/09

sábado, 14 de noviembre de 2009

MINUTO...

Copos de nieve y bastardas hojas de otoño
caen sobre el húmedo asfalto.
Las botellas se acumulan y los borrachos
desaparecen.
Los obispos predican fuegos armagedonicos
mientras los niños ríen y juegan.
Todo sucede en un minuto.

Los estudiantes discuten y los
oficinistas pelean.
Un colectivo encima a un taxi y un camión
choca a una moto.
se vende un diario y alguien pide un café.
Todo sucede en un minuto.

Alguien pierde en los naipes y otros ponen
a prueba su suerte en la ruleta.
Un balcón se derrumba sobre una avenida
y un robo se perpetúa a la hermosa luz de la luna.
Finalmente pronuncias las palabras del adiós,
excelsas e inobjetables.
Todo sucede en un minuto.


Federico (15/11/09)