lunes, 30 de noviembre de 2009

Carmela

Enamorada de su rabia e impotencia, galopa triste la heroína. Cada pastilla y aguja seduce a otro día de hastío. Pisa firme cada escalón dejando detrás de el , las marcas de una ciudad perdida.
La noche la exime del pecado y los hombres de culpa. Ama a todos y a nadie a la vez.
El humo calma y confunde sus instintos,es un perfecto éxtasis. Todo el dolor se ha ido por hoy.
Las luces del encierro administrativo queman sus pupilas y su cerebro, inmediatamente piensa en la noche y su mente genera un efecto placebo que calma su martirio.
Han pasado 20hs de su última dosis y el sonido de su celular la inquieta aún más
¡Baila Carmela!, que el Spleen a llegado y trae caramelos encapsulados ¡Baila Carmela! que la música recién comienza.
Hace nueve años que dejó de ser niña para ser mujer, una incendiaria virginidad destruyó todo rastro de infancia y los nuevos fluidos expedicionan el cuerpo hospedándose en sus órganos.
El secobarbital calma sus nervios y anestesia su pasado, mientras que la anfetamina crea una paradójica realidad llena de alegrías. Cuando su efecto termina, la metanfetamina entra al juego y crea perfectos fin de semanas rodeados de caribes y sol. Al culminar el efecto, el dolor vuelve con mas fuerza y ante esto cede a los a los principios de la naturaleza y absorbe un poco de mezcalina.
Su infierno adquiere forma de cama y en el, los demonios danzan con las alucinaciones quebrantando la razón y el sentido, sus ojos se pierden en la inmensidad de un techo color verde esperanza.

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