miércoles, 15 de julio de 2009

EL PANTANO

Mi cuerpo cae rápidamente por un barranco, las rocas cortan y lastiman mi cuerpo,
Los árboles hacen caso omiso a mi presencia y se apartan dejándome caer. El viento se hacia cada vez mas fuerte por la velocidad de la caida y mi cuerpo se tornaba cada vez mas débil, mis pensamientos se anulaban por los golpes y se presentaban difusos, algunos eran alegres y otros tristes.
El descenso parecía no tener fin hasta que para mi suerte un fétido pantano me recibió con los brazos abiertos, me deslice por un surco de agua y barro, quedando boca abajo con mi cara enterrada en el lodazal. El olor era repugnante, la vista era aun peor debido a los árboles que encerraban el pantano y lo alejaban fatídicamente de los rayos solares.
De rodillas observe al cielo en busca de luz, pero todo fue inútil, la oscuridad era completa.
En cuatro patas como un bebe recorrí el oloroso pantano utilizando las manos como perros lazarillos. Ramas secas, barro, hojas y piedras componían el follaje que mis manos divisaban en la penumbra.
Miles de preguntas taladraban mi cabeza, ¿Dónde estaba? ¿Cómo había llegado a esto?
¿Dónde comenzó todo?. Los pensamientos se mezclaban y las respuestas brillaban por su inexistencia,por un momento, mi ser creyó en el fin, hasta que sin esperarlo mi mano toco un nuevo componente en el nefasto follaje.
Su textura era suave, sedosa, fina y acolchonada, era algo totalmente distinto. Roce la parte inferior divisando un tallo que se extendía hasta el agua embarrada, en la parte superior los pétalos me hicieron percatar de que esto no era algo común para un pantano. Era una flor!!! , una rosa roja!!! Luminosa, llena de vida, forjada por el viento, nacida en el olvido y la soledad.
Mi corazón se pinto de color rojo nuevamente, entre tanta desdicha había esperanza después de todo. Al ponerme de pie contemple una vez mas aquella flor, el valor corría por la sangre y el impulso fue el santo que alumbro el sendero para que pudiera escapar de allí, con pasos largos y resbalones supere los obstáculos de ese lugar.
Al ver la luz de la vida volví a nacer, ya nada era como antes, no tenia nombre ni nación, tampoco era hombre ni mujer... era libre.
Anestesiado por el cansancio busque asilo en la sombra de un árbol muy grande, allí pose mi cuerpo y cerré los ojos. Comencé a pensar en aquella flor y su vida, nacida en la oscuridad brillaba por si misma con tanta luz como una estrella. Semejante hallazgo merecía un nombre, pero el desgaste me forzó a postergar ese pensamiento entrando en un eterno sueño.
En mis sueños, los campos Eliseos conponian todo el paisaje y un ángel estaba a mi lado. Poso su boca sobre mis oídos y susurro:
- tengo un nombre para tu rosa, llámala Gulia.


FEDERICO (15/07/09)

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