La luz trae una nueva sinfonía y
el silencio flota en el patio.
Los ojos de la muchedumbre
brillan en la ausencia,
no miran, ni dejan mirar.
Flamea una bandera y
en las orillas de un río,
se eleva el Monumento al cabizbajo,
todos entonan el himno
del hombre roto.
Gritos sin alma, sin
patria, viciados por el olor
etílico de la derrota moral,
deambulan por otras tierras buscando
un arroyo, un terreno, un lugar
donde morir.
El día es noche y la noche
es infierno.
Olvido y desesperanza,
la sonrisa quebrada, producto
de cuerpos grises sin espiritu,
todos entonan el himno
del hombre roto
Legiones armadas, sin rostros
y con olor a muerte patrullan
el patio.
Legiones de negros deseos
esperan el silbato de su amo,
escuchan el eco de sus corazones
y su triste razón.
Un ajedrez sin tablero, con
fichas perdidas,
ellos también entonan
el himno del hombre roto
Federico (02/02/11)
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