lunes, 20 de septiembre de 2010

TACHAME “LA DOBLE”

La historia de Romell Broom

En todos mis años como medico y verdugo jamás he asistido a un hecho semejante, tal vez Dios, la suerte o una fuerza demoníaca este detrás de esto. Años de ciencia y desarrollo en el campo de la ejecución, crearon en mi mente la incuestionable verdad de que nuestros métodos eran confiables en un 101%. Muchos asesinos pasaron por esta bella sala color blanco, los instrumentos eran los mejores y más precisos del mercado de la muerte. Algunos me decían “el Da Vinci de la justicia”, y sin duda mis mejores obras de artes eran las ejecuciones de los condenados. Pero todo se fue al infierno cuando conocí a Romell Broom.
El homicida llegó a mis manos después de un juicio breve por el asesinato y violación de una chica de catorce años, en un principio su aspecto me generó el mismo desprecio que sentía por los otros reos que pasaban por aquí, jamás tuve lastima por ninguno, todos eran asesinos y merecían ser ajusticiados por la mano dura de la ley.
De aspecto confiando, tranquilo pasaba sus horas en la celda esperando su muerte, sonreía durante el día y gritaba por la abstinencia del comumo de drogas durante las noches.
El quince de septiembre fue el día designado por el Juez de Ohio, recuerdo que en la mañana , tomé un café bien cargado, salude a mi esposa con un beso en la frente y lleve a mis hijos al colegio. Llegué en las primeras horas del mediodía a la Prisión Sur (Southern Correctional Facility) de Lucasville, el simpático guarda John Billuard me saludó y gentilmente pidió las llaves de mi viejo GMC para aparcarlo en el estacionamiento
Antes de la ejecución almorcé con varios directivos de la cárcel. La pobreza, la política y todos los temas de actualidad farandulezcos flotaron en el aire de la conversación. Media hora había bastado como para irritarme la cabeza, así que amablemente pedí disculpas y me retire del lugar. Camine rumbo a mi laboratorio para preparar los elementos y sustancias para la tarde. durante toda esa tarde, la música de Johnny Cash fue el soundtrack de espera, un gran set list me aseguró una tarde tranquila y apacible.
Las agujas señalaron la hora pautada, la procesión del homicida a su silla se interrumpió algunos minutos por orden del cura confesor, que enérgicamente insistió con escuchar los pecados de Romell.
Ahí estaba mi hombre, tieso y con la mirada perdida, era igual a todos los que habían pasado por mis manos, nunca un asesino me dio la sensación de estar haciendo lo incorrecto, ninguno se rebelaba o insultaba, todos se arrepentían, lloraban y suplicaban por sus vidas. Internamente pensaba que este seria otro de estos casos.
Broom entró acompañado de varios guardias en sus costados, se sentó y contempló con su vista los alrededores, clavó su mira fija en mí, sabía quien era yo y cuál era mi tarea allí.
Agarré su brazo y pase por debajo una cinta, lo apreté y algunas venas florecieron sobre su piel. Debido a su adicción a la heroína, Romell disponía de miles de orificios óptimos para la inserción de tiopental sódico, bromuro de pancuronio y cloruro de potasio. En la teoría de todo verdugo, esta situación favorable acabaría con un trabajo rápido y simple. Pero a veces existen circunstancias capaces de cambiar nuestros planes.
Conecte las tres agujas y espere calmo la orden del jefe de la carcel detrás de la ventanilla. Un leve movimiento de cabeza fue suficiente para comenzar el proceso. Las toxinas se trasladaron de a poco al cuerpo de Romell, su respiración era intermitente y desvariada y su corazón retumbaba en toda la sala, sus ojos cedían levemente al poder de los ácidos, pero aún seguía despierto. Los minutos transcurrían y no se producía cambio alguno, la mirada del reo comenzaba a exportar dudas acerca de efectividad del proceso. La tensión fue en aumento, los minutos volaron y la curiosidad, finalmente, me llevó a observar detalladamente lo que estaba sucediendo. Sus venas, asesinadas por la heroína, no permitían el ingreso de los químicos, cerraban los conductos por donde debían ingresar los líquidos que acabarían con su vida.
Romell tomó su cabeza entre las manos y lloró, tal vez había aceptado su muerte y que esta misma se le negara a recibirlo quebró cierta paz que existía en su alma. Por primera vez sentí pena por un homicida, su mala suerte cambio todo aquella consideración previa. Su mirada triste quedo reflejada para toda la vida en mis retinas, eran los ojos más humanos que había visto. El desconcierto y la tristeza fueron los principales personajes en este acto.
Por mi lado, el daño fue irreversible, fallar en lo único que era bueno fue un golpe letal del cual nunca me recupere, Había sido vencido, ya no podía jugar a ser Dios, porque Romell me demostró que era simple humano, Por primera vez sentí pena por un asesino y deje de reconocer que era lo bueno o malo, mi orgullo se suicidó ese mismo día.
Lo ultimo que supe de Romell Broom es que su sentencia fue reprogramada para unos días después y que los médicos aún seguían buscando respuestas acerca del misterioso aconteciendo, ninguna de las causas posibles se alejo de mi teoría principal: la heroína salvó su vida.


Federico Rollini 20/09/10

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