No pretendo que me crean, no es necesario, estoy seguro de
lo que viví y fue real, solo me parece correcto mencionarlo y no callar la formula para
volver a darle vida a una persona amada.
Lo recuerdo todos los días, es muy difícil olvidar ese precioso
y único momento que poco duro, menos de un minuto, pero que sin embargo, se
hace presente todo el tiempo mientras camino la ciudad, leo un libro o
simplemente miro desde una plaza sentado
Mi abuelo murió cuando era chico, tenia 6 años, estaba en
primer grado, estábamos a dos años del escándalo de Maradona y el doping. Él
era de origen Mulato, hermano de muchos, hombre sin padre e hijo de una madre
empleada domestica, desde niño y toda su vida fue canillita de ley y también en
su juventud aprovechó y fue maratonista , futbolista, boxeador y cantante de tango y según mi abuela era uno
de los mejores cantantes que vio en su vida, ella me decía que su voz era
gruesa e imponente, reinaba el silencio cuando interpretaba a los grandes
cantantes, no me acuerdo de sus canciones por desgracia, lo único que recuerdo
es la voz de mi abuela Celia, que al mencionarlo cambiaba a un tono pasional y
de asombro.
Recuerdo el último día que vi a Juan, por ese entonces yo
vivía en su casa, junto a mi mama y mi abuela, estaba jugando al fútbol en el
pasillo cuando de repente abrió la puerta de entrada, fui corriendo a
abrazarlo, pero tambaleándose y aferrando fuerte su corazón con la mano, me
pidió que fuera a buscar a mi abuela, lo hice, ella se desespero y me
encerraron en el cuarto para que no viera mas nada. Esa fue la última imagen
viva que tuve de aquel hombre inmenso, su corazón dijo basta dos días después,
la última vez que lo vi tenia la boca cosida, los brazos cruzados y los ojos
cerrados. “Charol” ya era parte del cielo
Hace algunos días me encontraba en mi cama, estaba cansado,
tenía que rendir y carecía de fuerzas para estudiar, puse un poco de música. En
la calma logré el punto justo entre estar dormido y despierto, escuchaba la
música pero mi cuerpo no respondía a los movimientos, todo indicaba que estaba
a punto de entrar en el mundo del sueño, pero una melodía cambio mis planes.
Reconocí el tema al instante, era Cinders de la banda francesa Enshine, la
melodía sonaba y generaba un efecto de oscuridad en mi cabeza, pero justo en el minuto dos de la canción todo
cambio, observe el piso y toda una galaxia de planetas y estrellas de colores
se extendían bajo mis pies, frente a mi se agitaba un mar bravo, indomable, las
olas rompían allí sin salpicarme, el solo de guitarra dio el puntapié a todo
esto y finalmente un piano ingreso en la visión, hermoso, pacifico, dos figuras
se dibujaron delante mío, la primera era Juan, tal como la ultima vez que lo
vi, con sus pantalones grises y su camisa blanca, se encontraba sujetando
firmemente la mano de un chico, me acerque para observar todo con más
detalladamente, el chico era yo.
Estando acostado empecé a sentir una fuerte presión en la
mano, era el quien me estaba sujetando, su rostro permanecía firme y una leve
sonrisa, de esas que el sabia ofrecer asomo por encima de mi cuerpo, sus ojos
estaba alegres y tranquilos, era el mismo Juan que me llevaba a trabajar con él.
También el que me llevaba a su bar favorito y el que me hizo socio de platense,
era el gran Charol que el barrio de Vicente Lopez supo amar.. Sin decir palabra
alguna, el minuto cedió y todo desapareció, recobre el reconocimiento y me
quede en la cama mirando la mano, todavía tenía la sensación de la
presión. Por un breve lapso de tiempo
volví a ver a mi abuelo gracias a la música, se que el piano aquel me lo
devolvió por un instante y sin decir nada pude ver su tranquilidad en el
rostro. Charol estaba bien.
Federico Rollini 23/07/2013
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